viernes, 20 de febrero de 2015

Otro mártir para los medios nacionales

De nueva cuenta, ha ocurrido un nuevo hecho de sangre en la Unión Americana en el que se lamenta la muerte de un mexicano a manos de policías norteamericanos, en lo que está siendo denunciado desde varios foros en México como un exceso de violencia. Y como siempre ocurre, los medios nacionales de comunicación, principalmente las dos televisoras TELEVISA y TV AZTECA, han tomado el caso para elevar la muerte del mexicano -los medios desde un principio lo calificaron como un asesinato- a la categoría de causa célebre glorificando al inmolado de 35 años como una pobre e inocente víctima de la brutalidad policiaca en los Estados Unidos.

El mexicano muerto a manos de policías norteamericanos es un michoacano de nombre Antonio Zambrano Montes, en un incidente ocurrido en la ciudad de Pasco en el estado de Washington el 10 de febrero. Todo comenzó cuando en el departamento de policía de Pasco se recibieron llamadas de auxilio denunciando a un hombre que estaba arrojando piedras a diestra y siniestra a los carros que circulaban por una transitada avenida, sin que hubiera motivación alguna de los afectados para provocar esos ataques injustificados. Cuando los policías atendieron los llamados de emergencia, se encontraron a un hombre que, en efecto, estaba arrojando piedras a diestra y siniestra a los automóviles. Cuando los policías le pidieron que tirara al suelo todas las piedras que traía consigo y se quedara quieto, el individuo arremetió enfurecido en contra de los agentes lanzándoles piedras también a ellos. Al ver esto, los policías desenfundaron sus pistolas y el agresor intentó huir, y al dar la cara nuevamente a los policías estos abrieron fuego dándole una muerte casi instantánea. El incidente quedó registrado en un video que ha estado circulando mucho por las redes sociales. Conductores de noticieros de televisión como Joaquín López-Dóriga no perdieron la oportunidad para editorializar la noticia manifestando indignados la supuesta injusticia cometida en contra de Antonio Zambrano, inflamando la ira de los televidentes y eventualmente propiciando que se emitieran condenas enérgicas en contra de lo sucedido tanto desde la Cámara de Diputados como la Cámara de Senadores hasta la misma presidencia de la República, unificando a todo el país en torno a Antonio Zambrano y elevándolo al nicho que ocupan los mexicanos que mueren en el extranjero al estar delinquiendo y enfrentarse a la policía, el nicho reservado a los mártires que en vez de ser considerados como delincuentes deberían ser merecedores -al decir de las televisoras- a una beatificación y un proceso de proclamación de santidad.

Para empezar, hay que dejar una cosa en claro: en los sucesos que culminaron con la muerte del michoacano Antonio Zambrano a manos de los policias norteamericanos, los policias estaban atendiendo denuncias y pedidos de auxilio relacionados con un hombre que estaba lanzando piedras a vehículos en movimiento. O sea, que estaban respondiendo a las denuncias de un delito que estaba siendo cometido. Cuando llegaron y confrontaron al delincuente, los policías no tenían ni siquiera la más remota idea de que pudiera tratarse de un argentino, un español, un peruano, un marroquí, o de un egipcio. Como tampoco tuvieron tiempo de preguntarle su nacionalidad cuando al pedirle que se entregara Antonio Zambrano les respondió arrojándoles piedras. Solo tiempo después sabrían que se trataba de un mexicano. Falsa es entonces la acusación de que los policías lo mataron por el simple hecho de ser un mexicano.

Por otro lado, desde el momento en el que Antonio Zambrano atacó con piedras a los policías norteamericanos, hiriendo de paso a dos de ellos (este hecho también lo han ocultado los medios de comunicación en México), se expuso a que los policías le respondieran con fuerza letal. PORQUE EN ESTADOS UNIDOS NO ES COMO EN MÉXICO.

Es falsa la aserción que se ha manejado en algunos medios de que Antonio Zambrano no respondió a las órdenes de los policías a los cuales hirió a pedradas alegando que no sabía nada de inglés, porque Antonio Zambrano ya tenía diez años viviendo en los Estados Unidos en un estado tan alejado de la frontera con México que necesariamente tuvo que haber asimilado el inglés suficiente para entender lo que significan las palabras “stop”, “freeze” y “hold it right there”. Que no quisiera obedecer las órdenes que se le dieron es otra cosa completamente diferente.

¿Pero en qué demonios estaba pensando este hombre cuando atacó con piedras a los policías norteamericanos?

Aquél que propicia motines, secuestra camiones de transporte público, hace pintas en edificios históricos, causa destrozos a la propiedad pública y privada y enfrenta a la policía con piedras y bombas Molotov en México amparado en la impunidad que se le dá demuestra que es un vándalo. Si ese mismo individuo se va a Estados Unidos creyendo que también allá puede hacer lo mismo y seguir gozando de amplia impunidad  sin ser castigado demuestra que es un imbécil. Allá no existen comisiones de derechos humanos que salven a los delincuentes de ir a la cárcel cuando violan la ley. Porque allá sí hay gobernantes a los que no les tiembla la mano a la hora de aplicar la ley e imponer el orden, y es el mismo pueblo norteamericano el que les ha dado esa autoridad y ese poder a sus gobernantes y a sus oficales del orden. Habrá en México a quienes no les guste nada esa forma de vivir y convivir, pero el hecho irrefutable de que hay cientos de miles de indocumentados que se han ido allá y otros tantos cientos de miles (como Antonio Zambrano Montes) que están dispuestos a dejar sus países para siempre para irse a vivir a los Estados Unidos porque creen que allá se vive mejor que en México aunque sea viviendo en las sombras como indocumentados sugiere que, en efecto, en Estados Unidos se vive mejor que en México en buena medida por una aplicación rígida e inflexible de la ley, con el resultado de que allá no ocurren cosas como las que ocurren en México.

Otra cosa que los medios de comunicación en México (léase, las televisoras) no han insistido mucho es en el hecho de que Antonio Zambrano ingresó a los Estados Unidos de modo ilegal, sin haber tramitado primero en forma legal su residencia permanente en dicho país. A partir de ese solo hecho, sumado al hecho de que ya tenía diez años viviendo en los Estados Unidos carcajeándose de las leyes migratorias de los Estados Unidos (con la complicidad de los empleadores norteamericanos que siguen contratando a decenas de miles de indocumentados como Antonio Zambrano a sabiendas de que son indocumentados, para compensar la escasez de norteamericanos dispuestos a trabajar en los campos agrícolas en la recolección de frutas y verduras), Antonio Zambrano en vez de andar cometiendo sus fechorías en la calle y enfrentar a los policías con piedras en la mano, debería haberse comportado bien en todo momento, como un residente ejemplar, sin ocasionar nunca ningún problema, de modo tal que los norteamericanos le dijeran a sus hijos: “Hijo mío, deberías de portarte como los mexicanos que viven en nuestra comunidad; jamás ocasionan ningún problema, son hombre ejemplares que nunca se emborrachan, nunca le hacen a las drogas, jamás se meten en problemas con la ley y son respetuosos de las autoridades”. Pero no.

Para glorificarlo elevándolo casi casi a la categoría de nuevo héroe nacional, los medios de comunicación en México se han abstenido de dar la historia completa, porque como ya se sabe, en los héroes de leyenda no debe haber mácula alguna. Una cosa en la que no insistieron los medios es el hecho de que la esposa de Antonio Zambrano, la misma que hoy está entusiasmada por la esperanza de lograr los 25 millones de dólares que se están pidiendo al estado de washington como indeminzación por la muerte de Antonio Zambrano a manos de los policías, estaba separada ya de su marido cuando éste fue ultimado por los policías.

En relación a los 25 millones de dólares que los deudos están pidiendo como indemnización, entre ellos la hoy “viuda” que parece haber olvidado que ya estaba separada de su esposo (se pueden sospechar las razones por las cuales se separó de él), las probabilidades de que tal compensación sea otorgada son casi nulas, en virtud de que a los policías que mataron a Antonio Zambrano no se les puede acusar penalmente por haber incurrido en un uso excesivo de fuerza, porque en los Estados Uniodos los oficiales del orden que se ven agredidos con lo que sea (así sean piedras) están autorizados a recurrir al uso de fuerza letal. Tienen todo el derecho de defenderse, sacar sus pistolas, y repelar la agresión. Por otro lado, si de algo se puede acusar en Estados Unidos a los policías que mataron a Antonio Zambrano es de haber estado cumpliendo con su deber. O sea, que no se les puede acusar de nada.

Aún si por un milagro lograran ganar un juicio civil en contra del estado de Washington, los deudos de Zambrano no verán jamás esos 25 millones de dólares completos porque los litigantes del bufete de abogados que ha tomado el asunto tienen la esperanza de reclamar un buen porcentaje de tal monto. De hecho, esos bufetes de abogados nunca toman casos de este tipo si los familiares no firman de antemano un acuerdo cediéndoles un porcentaje importante de la compensación obtenida a esos bufetes de abogados. En efecto, esos bufetes de abogados son mercaderes del dolor y la tragedia, su objetivo es tratar de lucrar con las penas ajenas. Si fueran animales, serían buitres.

En un litigio de diez millones de dólares, si ganan el caso (difícil pero no imposible), y si el contrato estipula que a los abogados se les pagará la mitad de la compensación como el pago a sus servicios, entonces los abogados ganarían cinco millones de dólares, dinero suficiente para retirarse a vivir en una playa por el resto de sus vidas. Si el bufete no ha tenido mucha clientela últimamente entonces esta es una manera de mantenerse ocupados tratando de amortizar los gastos que implica tener abierta una oficina privada de abogados litigantes en los Estados Unidos. La idea de poner una demanda en contra del estado de Washington por la muerte de Zambrano no fue una ocurrencia de los familiares de Zambrano, ellos no tienen ni los conocimientos ni la experiencia para poner algo así en marcha, simple y sencillamente aceptaron la oferta del primer bufete de abogados que se les acercó pidiéndoles interponer una demanda a nombre de ellos; con un contrato previo desde luego para el reparto de las comisiones en caso de que se gane el caso. Los abogados norteamericanos lo equiparan a comprarse un billete de la lotería: vale la pena invertir unos cuantos dólares en el billete aunque las probabilidades de pegarle al número ganador sean extremadamente remotas. Siempre hay esa esperanza, si no la hubiera nadie le entraría a los sorteos de la lotería, inclusive la misma vida es una gran apuesta de principio a fin, le apostamos a muchas cosas, en algunas ganamos y en otras perdemos. De cualquier manera, ganar una demanda en contra del estado de Washington por el caso de la muerte de Antonio Zambrano es casi una derrota garantizada, aunque los medios en México (léase las televisoras) no quieran tomarlo como tal.

El gran error de Antornio Zambrano fue haber creído que en el extranjero se pueden cometer los mismos actos vandálicos, las mismas fechorías, los mismos ataques a la paz pública, como los que se cometen en México, sin que haya ningún castigo para los culpables y todo quede en la mayor de las impunidades. Los burdos extremos a los que llega esta tolerancia se han documentado ya en trabajos como México en llamas (publicado en esta bitácora el 20 de noviembre de 2014). Esos delitos cometidos en México nunca se castigan, el pueblo de México es el que sufre las consecuencias, y la costosísima Comisión Nacional de los Derechos Humanos siempre está muy puesta para tomar la defensa de los victimarios, o sea de los encapuchados y vándalos que cometen impunemente sus fechorías a plena luz del día, y nunca a favor de las verdaderas víctimas, o sea los pequeños comerciantes y los ciudadanos que están resignados a estar sufriendo esos actos de vandalismo sin que hasta la fecha se haya emitido una sola recomendación de la CNDH (¡ni una sola!) en contra de los vándalos encapuchados, entre los cuales se incluyen pseudo-maestros que en vez de impartir clases -por las cuales el pueblo de México les paga- se la pasan cometiendo desmanes y tropelías negándoles a los niños ese derecho que supuestamente está garantizado por la Constitución, el derecho a la educación, pero como ya se dijo, la CNDH está siempre más que puesta para ver por los derechos humanos de los víctimarios, y muy rara vez por los derechos humanos de las víctimas.

Justo a los pocos días en que Antonio Zambrano fue abatido a tiros por los policías de Pasco, aparecieron en México noticias como las siguientes:

    “Encapuchados vandalizan cuartel militar” (BUSCAR NOTA)

    “Maestros secuestran directivos de Coca-Cola, los canjean por detenidos”

En los Estados Unidos, nadie en su sano juicio tiene la osadía de atacar un cuartel militar, máxime que los ciudadanos norteamericanos tienen mucho respeto por sus jóvenes que se han enlistado voluntariamente en el Ejército para servir a su país. Sin embargo, los niveles increíbles de impunidad de que gozan en México quienes violan la ley ha alentado a generaciones enteras a crecer sin respeto alguno hacia ninguna de las instituciones, incluído el Ejército. En la segunda nota citada arriba, todo empezó cuando tres estudiantes asaltaron (sí, es verdad, asaltaron) un camión repartidor de refrescos, o sea una empresa particular, y cuando fueron detenidos los estudiantes-asaltantes, entonces se movilizaron varios de pseudo-maestros que siguen cobrando su salario sin dar clases y secuestraron a directivos de la empresa Coca-Cola para canjearlos en algo que el editorialista Sergio Sarmiento llamó “Secuestro legalizado”. En Estados Unidos no ocurren estas cosas porque en Estados Unidos, a diferencia de lo que ocurre en México, ningún maestro deja de ir a clases por ningún motivo ya sea sindical o de cualquier otra índole, porque consideran el derecho de los niños a la educación como algo casi sagrado, y si alguno de ellos llega a faltar sin causa justificada entonces se le cesa, a diferencia de lo que ocurre en México con organizaciones delictivas de pseudo-maestros como la CETEG. Y si en Estados Unidos cualquier grupo anárquico hubiera hecho lo que hicieron los pseudo-maestros de Guerrero, habrían sido arrestados en masa (aunque fueran veinte, cincuenta o cien) y estarían enfrentando penas de prisión desde 50 años hasta 100 años acusados de secuestro, y el secuestro es una de los crímenes más penalizados en los Estados Unidos. Lamentablemente, si bien en México la inútil y facciosa Comisión Nacional de Derechos Humanos está siempre puesta y lista para vigilar que los victimarios como los estudiantes-asaltantes y pseudo-maestros secuestradores de estados como Guerrero y Oaxaca no reciban castigo alguno, en cambio está en la mejor disposición para emitir “recomendaciones” de dudoso valor moral en contra de los agentes del orden que se atrevan a tocarle un solo pelo a los vándalos y motineros, porque en México los derechos humanos son para los victimarios y no para las víctimas; esta es la razón por la cual la CNDH no emitió ni emitirá jamás “recomendación” alguna para que se les aplique la ley a quienes realmente la violan como en el caso de los pseudo-maestros secuestradores. La abolición de la CNDH, además de que representaría un ahorro considerable al erario en momentos en los que la caída en los precios del petróleo está impactando duramente en las finanzas públicas del petrolizado estado mexicano, removería lo que está constituído ya en un estorbo en la aplicación de la ley.

En México los medios de comunicación han llegado a los extremos de glorificar asesinos solo por el hecho de que siendo mexicanos se les condenó en los Estados Unidos a la pena de muerte. Afortunadamente, para los secuestradores, terroristas, asesinos seriales, violadores y demás personas que delinquen en México en grado supremo, no hay pena de muerte, y la CNDH está más que presta y dispuesta a que nunca jamás se le aplique la pena de muerte a nadie sin importar la gravedad del delito que cometa en contra de la sociedad.

Como parte de lo que se antoja ya como un espectáculo circense de mal gusto, las televisoras además de estar sacando cada vez que pueden el video en donde los policías norteamericanos abaten a balazos a Antonio Zambrano Montes han estado sacando a la madre del mismo, exhibiéndola como una dolorosa que se ha trasladado a los Estados Unidos con una visa humanitaria concedida por el gobierno norteamericano no sólo para reclamar el cadáver de su hijo sino también para exigir justicia en contra de los policías que le mataron a su hijo, pidiendo que se les meta a todos ellos a la cárcel y que se les aplique todo el peso de la ley, de ser posible la pena de muerte.

Si la madre de Antonio Zambrano Montes quiere encontrar culpables directos por lo que le sucedió a su hijo, todo lo que tiene que hacer es buscarse un espejo y mirar fijamente a la persona que aparece en el espejo. ¿Por qué no le inculcó a su hijo los valores de los que obviamente carecía? ¿Por qué no le enseñó a ser respetuoso de la ley, a ser respetuoso de los derechos de otros y a ser respetuoso de las autoridades? ¿Entonces ella como madre no tenía esa responsabilidad, o mejor dicho, obligación, de educar a su hijo para convertirlo en un buen ciudadano? Si ella hubiera hecho su parte, si hubiera cumplido en su principal misión como madre, que es la de educar a su hijo para ser un hombre respetuoso de las leyes, su hijo no estaría hoy muerto. De hecho, ni siquiera se habría ido como indocumentado a los Estados Unidos, hubiera tratado de tramitar su residencia legal en dicho país aunque el proceso hubiera tardado diez años. Hay muchos que, a diferencia de Antonio Zambrano, sí están en una larga lista de espera para poder entrar legalmente a dicho país, pero no hay nadie ni en México ni fuera de México que pida nada por ellos, porque la legalización que están exigiendo hoy quienes rompieron las leyes migratorias norteamericanas es solo para ellos, y en lo que respecta a los que han estado esperando años pacientemente afuera de los consulados y embajadas de los Estados Unidos pues esos que se jodan por ser respetuosos de las leyes de otros países, que se frieguen por pendejos. ¿Y todavía hay quienes cuestionan extrañados la oposición a que se les conceda una segunda amnistía a los cerca de once millones de indocumentados que hoy viven en los Estados Unidos, la cual en caso de concederse alentaría el ingreso ilegal de otros treinta millones de indocumentados esperanzados al otorgamiento de una tercera amnistía?

En vez de perder su tiempo haciendo reclamos y denuncias enérgicas como lo hizo en el caso de Antonio Zambrano Montes, reclamos que no serán escuchados ni atendidos porque el poder presidencial del presidente de México (al igual que la efectividad y la validez de las recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos a favor de quienes delinquen) termina en la línea divisoria México-USA, sería de mucha mayor utilidad que el presidente Enrique Peña Nieto ordenara a los secretarios de su gabinete a emprender una campaña masiva de educación y concientización en todo México educando e informando por todos los medios posibles -radio, televisión, prensa, escuelas, oficinas públicas- sobre los riesgos de delinquir en el extranjero creyendo que el trato dado a los delincuentes y victimarios es el mismo que se les dá aquí en México. Esto podría comenzar hoy mismo si el presidente de México lo ordena.

La campaña de educación, información y concientización, dirigida principalmente a los aspirantes a indocumentados, debe poner posters y espectaculares que digan algo como esto:


MEXICANO: la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Educación Pública te informan y te piden que si por alguna razón te trasladas al extranjero, no incurras en ningún tipo de delito estando fuera de México, trata siempre de ser respetuoso de las leyes de otros países y de los funcionarios encargados de aplicar la ley. Si alguna autoridad, trátese de un agente de inmigración, agente de la policía local, o cualquier otro agente de alguna agencia como la DEA y el FBI, te pide que te detengas, por favor, deténte y no corras, no trates de huír. Quedate quieto como una estatua y no hagas absolutamente ninguna cosa o movimiento que pueda ser interpretado como un intento de huída o agresión. Haz exactamente todo lo que te pidan. Recuerda que si eres arrestado en forma pacífica tú como ciudadano mexicano cuentas para tu defensa con el apoyo consular de tu país. No trates de secuestrar e incendiar camiones, no arrojes piedras a vehículos en movimiento, no hagas pintas en edificios públicos, no enfrentes a las autoridades con ningún objeto, no hagas absolutamente nada de lo que tal vez ya estás acostumbrado a hacer en México. Porque allá no es como en México, y allá ni siquiera la Comisión Nacional de Derechos Humanos podrá intervenir por tí para que te liberen sin recibir ningún castigo. Y SI NO PUEDES CON ESTO, MEJOR REGRESATE A MÉXICO.


Igualmente, los medios de comunicación nacionales, en especial las televisoras (TELEVISA, TV AZTECA), deberían ser obligados a transmitir en los tiempos y espacios oficiales una advertencia como la que se ha dado arriba, aunque lo deberían de hacer voluntariamente de buena gana sin ninguna presión o coerción oficial si es que realmente están interesados en que no se sumen más nombres al martiriologío nacional del que el michoacano Antonio Zambrano Montes ya forma parte. Por su parte, los paterfamilias de aspirantes a indocumentados bien harían en aprenderse de memoria algo como lo que se ha dado arriba y estárselo repitiendo a sus hijos, aunque lo mejor siempre ha sido que desde pequeños les inculquen valores y los enseñen a ser gente de bien.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mis respetos a este articulo 100% veridico y todo por gracia o desgracia es cierto