domingo, 16 de abril de 2017

La risa cínica del hombre más corrupto de México



Cayó Javier Duarte. Por fin, después de 185 días prófugo.

Sin duda alguna, el ex gobernador de Veracruz es el hombre más corrupto de México. El saqueo despiadado de las arcas que llevó a cabo a lo largo de seis años en contra del erario público del pueblo de Veracruz no fué de unos cuantos cientos de miles de pesos, o de algunos millones de pesos, o de cientos de millones de pesos. El robo descarado, a la vez que se presumía públicamente como un hombre honesto a carta cabal que no tenía más que una cuenta bancaria modesta para guardar los ahorros del fruto de su trabajo, fue un robo de miles de millones de pesos. Y en todo el tiempo mientras robaba y robaba sin parar, mantenía una sonrisa cínica que frecuentemente se transformaba en risa de burla hacia todos los que lo rodeaban. Inclusive el domingo de ayer en el que fue arrestado en Guatemala, sonreía ante las cámaras como burlándose de sus captores. Jamás ha dado una sola muestra de arrepentimiento por el mucho mal que hizo, por el contrario parece que le llena de orgullo y satisfacción el seguir acaparando la atención de los medios y los reflectores aún estando detenido para ser deportado a México.

Todavía, cuando fue arrestado, usando parte del mucho dinero que le robó a los veracruzanos Javier Duarte se daba una vida de rey en un edén guatemalteco en el lujoso hotel Riviera de Atitlán del municipio de Panajachel, departamento de Sololá, a 150 kilómetros al oeste de la capital del país centroamericano.

Se recuerda aún la última entrevista que Javier Duarte concedió en televisión a cadena nacional el 12 de octubre de 2016, acudiendo en persona a los estudios de Televisa al noticiero Despierta de Carlos Loret de Mola a las siete de la madrugada. Esa fue una de las pocas ocasiones en las cuales Javier Duarte hizo un esfuerzo para mostrar un aspecto serio sin su sonrisa burlona, dándole seriedad al asunto:




Un día antes de esa entrevista que concedió Javier Duarte cuando todavía era gobernador de Veracruz, el secretario de Finanzas de su administración se comprometió con Fernando Landeros, director de la Fundación Teletón, a liquidar los 100 millones de pesos pendientes por el mantenimiento del Centro de Rehabilitación Integral Teletón (CRIT) de Poza Rica, inaugurado en 2010. Así lo reveló el propio Landeros al periodista Ciro Gómez Leyva, en entrevista con Radio Fórmula, al señalar que recibió a media mañana “una llamada bastante sorpresiva, pero bastante esperanzadora”, porque “la próxima semana íbamos a recibir noticias positivas de la forma en que iban a ser los pagos respecto al adeudo con el CRIT de Poza Rica que superan los 100 millones de pesos”. En esa ya histórica entrevista con Loret de Mola, Javier Duarte se estuvo dando “baños de pureza” diciendo que pediría licencia al Congreso estatal de Veracruz para separarse de su cargo como gobernador con el propósito de dedicar su tiempo para responder a las graves acusaciones de las que estaba siendo objeto, afirmando cínicamente ante todo el pueblo de México “no tengo nada que ocultar” y manteniéndose en la postura de “el que nada debe, nada teme”, atribuyendo las denuncias en su contra a una campaña política sucia en contra de un hombre inocente además de honesto y cumplido servidor público. Lo que no le dijo Javier Duarte a Carlos Loret de Mola era que al mismo tiempo estaba preparando su fuga con la ayuda del cómplice corrupto que iba a substituirlo en el cargo, Flavino Ríos Alvarado, facilitándole el helicóptero propiedad del gobierno de Veracruz con el cual le hizo posible su fuga a Javier Duarte tres días después de la ya famosa entrevista del aún gobernador Javier Duarte con Carlos Loret de Mola.

Los crímenes y delitos de Javier Duarte en su paso por el poder es algo que excede todos los límites anteriormente conocidos, todo cometido mientras sonreía y hasta se carcajeaba sin parar. Es el colmo de la corrupción. ¿Cómo olvidar que al mismo tiempo que Javier Duarte y sus cómplices saqueaban lo que querían y lo que podían del erario público, en Veracruz niños enfermos de cáncer recibieron agua destilada en lugar de los fármacos que deberían de haber recibido para poder luchar contra el cáncer que padecían, algo de lo cual Javier Duarte siempre supo desde 2011 pero no hizo nada manteniendo el contrato con la criminal empresa proovedora? Además de estos pobres niños con cáncer que nunca recibieron quimioterapia, el gobernador Javier Duarte también compró miles de pruebas de VIH-SIDA falsas a empresas que solo vendían café y ropa y que nada tenían que ver con el suministro de medicamentos, lo cual hace culpable a Javier Duarte por crímenes de lesa humanidad.

La risa cínica, la risa hipócrita, siempre ha sido una de las características que más se asocia con la persona pública de Javier Duarte. Con sus risotadas siempre disonantes y casi siempre fuera de lugar, y no por la estridencia (nada mejor en el mundo que una buena carcajada), sino por los motivos que las provocaban, podemos ver en la risa y la burla un eficaz mecanismo de defensa, un medio falaz para desacreditar al interlocutor usado como rayo láser para desviar la atención hacia otro lado.

Es posible que el inmensamente corrupto Javier Duarte se ríe por los delitos de delincuencia organizada, lavado de dinero y defraudación fiscal que se le imputan, como si fuesen cosa de mero chiste sin mayor trascendencia. Pero estos delitos anotados en su expediente no son los únicos pendientes que tiene Javier Duarte con el juicio histórico que le espera. Seguramente se ríe también de las empresas fantasma que creó para la triangulación de recursos y ese enriquecimiento inexplicable que le permitió tener decenas de propiedades. Para él ha de ser también motivo de risa y burla la penuria de los centenares de trabajadores en Veracruz a los que no les pueden pagar todavía hoy sus quincenas porque el desfalco cometido por el cínico Javier Duarte dejó en quiebra total al estado de Veracruz. También varias de sus risas burlonas han de ser para todos los acreedores que todavía hoy no logran cobrar los bienes y servicios prestados al gobierno de Veracruz hace cinco, cuatro, tres, dos años. ¿Y a dónde fue a parar todo ese dinero robado al pueblo de Veracruz? Pues buena parte se fue a la compra de las mansiones de Javier Duarte no solo en México sino incluso en Estados Unidos y España y tal vez hasta en otros países en donde aún no se le han detectado.

Sus carcajadas de burla cruel hacia los veracruzanos también deben tener algo que ver con las sillas de ruedas halladas en la bodega que les servía a Javier Duarte y su muy corrupta esposa Karime Macías que apuntó en un cuaderno “sí merezco abundancia, sí merezco abundancia”. También se ha de estar carcajeando Javier Duarte de pensar que a su corrupta esposa sí le sirvieron sus planas con “decreto” porque ella sí que sigue libre. Algunas de sus risas deben ser por los diecisiete periodistas que fueron asesinados durante su gestión, y también por los tres que continúan desaparecidos.

A estas alturas quedan pocas dudas de que el siempre sonriente Javier Duarte entregó a Veracruz al crimen organizado, seguramente a cambio de cantidades multimillonarias, como si no tuviera suficiente con los cientos de millones que estaba saqueando ya del erario público de Veracruz. Sus risotadas deben ser también por la violencia sobre la población general que pasó del 64 a 85.1 por ciento, según la Encuesta Nacional de Victimización, y también porque en sus seis años como gobernador de Veracruz la tasa de homicidios aumentó en un 158 por ciento. También otra cosa que de seguro lo mata de la risa es que Veracruz se convirtió en el segundo estado de la República con el mayor registro de desaparecidos, apenas después de Guerrero. También ha de ser incapaz de contener su risa hipócrita al recordar las 125 fosas clandestinas descubiertas en su estado y en las que se han encontrado más de 250 cuerpos. Todo a causa de haberle entregado el estado de Veracruz al crimen organizado en lugar de combatir la delincuencia de todo tipo con todos los recursos a su alcance como era su obligación desde que empezó a gobernar. ¿Y cómo se podía esperar que combatiera la delincuencia un corrupto que no solo es un delincuente nato en grado mayor sino también un cínico al cual los sufrimientos y el dolor que ha ocasionado en los demás para él son motivo de sonrisas y carcajadas de burla? La risa le debe haber agarrado sólo de acordarse que dejó a Veracruz tan endeudado (de 21 mil 500 millones en 2010 a 45 mil 776 millones de pesos en 2016) que no hay recursos suficientes para realizar procedimientos de identificación para todos los cuerpos encontrados en las fosas clandestinas que son otro más de los sellos de su corrupta administración.

Ante todas las atrocidades que se le achacan a Javier Duarte, es imposible tratar de dar una respuesta a la interrogante sobre de qué carajos se ríe Javier Duarte de Ochoa que no pase obligadamente por el terreno de la vileza, la ruindad y la demencia. Si le es tan fácil tomar todas sus atrocidades tan a la ligera, seguramente es un reflejo de los valores que le inculcaron en su casa a Javier Duarte sus padres desde que era niño, esto es, cero valores, cero sentido de responsabilidad social, cero sentido de culpa. La risa hipócrita de Javier Duarte mostrada el sábado 15 de abril en que fue arrestado es la fotografía de su horripilante abominación así como del entorno que la hizo posible. Aún a la espera de su deportación a México, el cinismo de Javier Duarte de Ochoa se manifiesta como una burla de desprecio no solo al pueblo de Veracruz que en mala hora confió en él y le dió su voto, sino a todo el pueblo de México.

El único rayo de esperanza que queda es que, si a Javier Duarte se le aplica todo el peso de la ley y se le envía a prisión por el resto de su vida para que de alguna manera pague por todo lo que se robó y todos sus crímenes de los cuales hasta él mismo seguramente ya perdió la cuenta, quitándole hasta el último centavo tanto a él como a su corrupta esposa Karime Macías dejándolos en la calle, todos aquellos políticos que quieran seguir los pasos del político más corrupto de México sin distingo de partidos la pensarán no una sino mil veces antes de emularlo. Ello si Javier Duarte no es beneficiado con una liberación como las que el Poder Judicial en México le ha dado a personajes tan famosos como Raúl Salinas de Gortari (presunto autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu) y Rafael Caro Quintero, habido el hecho de que muchos mexicanos han llegado a la conclusión de que dentro del Poder Judicial hay casi tanta corrupción como la que hay en el Poder Ejecutivo e incluso el Poder Legislativo, razón por la cual gobernadores corruptos como Javier Duarte están convencidos de que no serán castigados si el gobernador al cual hacen entrega del puesto procede del mismo partido político. Y en esto último es donde la democracia por la que tanto se luchó puede ayudar a México, y el caso de Veracruz es el mejor ejemplo de ello, ya que siendo Javier Duarte un político emanado del PRI no existe duda alguna entre los veracruzanos de que no se le habría tocado un solo pelo a Javier Duarte ni se le habría fincado ningún cargo si su sucesor hubiera sido el priista Héctor Yunes Landa. En realidad, este fue el error craso que cometió Javier Duarte, creyó que ante todos sus abusos, todos sus saqueos, todas sus atrocidades y todos sus desmanes el pueblo de Veracruz de cualquier modo volvería a votar por un candidato emanado del PRI sin emitir un voto de castigo, un voto de enojo. Su soberbia le impidió ver que los tiempos en los que el PRI era el único partido que ganaba las gubernaturas a lo largo de siete décadas (lo cual fomentó la corrupción y la pérdida de valores en tipos como Javier Duarte y Tomás Yarrington), ya acabaron, y apostarle a la desmemoria de los electores para gozar de impunidad es hoy una apuesta de muy alto riesgo. Posiblemente la única ocasión en la que a Javier Duarte se le esfumó de la cara su sonrisa cínica y burlona fue cuando le confirmaron que el PRI había perdido las elecciones para la gubernatura celebradas en 2016, lo cual a fin de cuentas fue lo que marcó el principio del fin para el hombre más corrupto de México que hoy se está empezando a pudrir privado de su libertad.

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